A cabo de terminar de releer de nuevo el libro de George Orwell, aunque lo de releer es casi una exageración, porque hace como mil quinientos años desde que cayo en mis manos por primera vez.
Entonces me impresionó la fabula sobre una sociedad dominada hasta el más mínimo detalle por ese especie de Stalin omnisciente.
Ahora con esta segunda lectura, empiezo a cuestionarme muy mucho la sociedad que plantea, me parece mucho más inverosimil que en la primera lectura.
No voy a escribir sobre Internet y la capacidad de conocer todo sobre todos que tiene Google, el Estado, los grandes conglomerados financieros, el Club Bilnderberg , los masones, los seguidores del atleti...la verdad es que no, que me da pereza, mucha pereza.
No, lo que mi hizo pensar este gran libro, fueron dos cosas:
- La primera es que no hay que leer la contraportada ni las doscientas hojas primeras de prólogo con biografía, bibliografía, y demás cosas eruditas que se empeñan en poner en todos los libros en los que derechos de autor ya han caducado y en la que un señor muy listo él (eso sí) te destripa el libro.
- Y la segunda es la imposibilidad de luchar contra un poder absoluto que plantea el autor.
El poder absoluto sobre absolutamente todo, llámese Gran Hermano, Roma, o Google, puede tener un poder relativo, un tiempo, sobre unos pocos o unos muchos, pero no es eterno. Quizás tengamos una visión del futuro a muy corto plazo, y nuestra mente no llega más allá pero no todo es para siempre, bueno a lo mejor la Coca Cola, pero ya.
No se puede controlar porque por definición, siempre hay alguien más listo, una organización más eficaz, un tirano más cruel, o un pueblo con más ansias de libertad... además la tontuna, la ineficacia, la conmiseración, la apatía, son atributos a los que suele tender un líder y esta tendencia aumenta cuanto mayor se autoconvenza de su superioridad y de su falta de enemigos.
Los liderazgos no existe, por lo menos a largo plazo, como bien sabe IBM, como se enteraron los Tercios Españoles, o los soviets o como se dará cuenta, si no lo está viendo ya, Microsoft o Estados Unidos.
Los grandes poderes tienden a repetirse, a hacer una y otra vez lo que saben hacer, pero suelen olvidarse que su manera de hacer se puede imitar e incluso mejorar, y más peligroso aún para su hegemonía... se puede hacer de forma diferente.