sábado, 25 de septiembre de 2010

domingo, 19 de septiembre de 2010

Me gusta Madrid

Me gusta Madrid, sé que lo repito con mucha, mucha frecuencia, pero me sigue, sigue gustando. 
Es mi ciudad, de origen y vuelta, de ausencia de justificaciones y complejos. Me gusta.
Tocaba verla de nuevo, me costó salir de casa (debo de estar arrastrando algo de fiebre), pero fue pisar Sol y subir por Montera y empezar... de nuevo. 

Para no perder las sanas costumbres, unas cañitas de inicio en el Rincón  Abulense, que vale Madrid me gusta pero hay que tener un poco de querencia por los principios (aunque sea para romperlos). 
Comité el error de comer algo antes de salir... error grave: cañas baratas y barbaridades de tapas. Apretados junto a la barra del bar, de siempre el mejor sitio donde se puede estar, con ruido de fondo, mucho... y conversaciones, muchas, casi gritando. Me gusta conversar, hablar de todo y sobre todo de nada, y los bares son el recipiente ideal, gente que habla y que no escucha y gente que escucha y no habla... ideal.
Otra cosa que tiene el  Rincón  Abulense y que merece tanto la pena es que te echan a eso de las 12 y pico (con campana y buen rollo)... y puedes cerrar el primer bar de la noche a una hora de bien... para irte a otro lado, cenado y bebido y por menos de lo que te cuesta un taxi.

Luego llegó la primera copa, y para seguir con las viejas tradiciones adquiridas hace dos mes, un Gin Tonic,... y que mejor sitio que un clásico como el José Alfredo con fama, justificada o no, rancio y moderno, con camareras con tatuajes enormes de mujeres desnudas y sonrisas... me gusta, aunque pusieran el limón entero y no sólo la cascara en el Gin Tonic... ya ves, es lo que tienen los nuevos conversos que se vuelven los más integristas... vamos que estoy a punto de empezar a quemar camareros herejes si se les ocurre ponérmelo en un baso de tubo...

Y luego después de llamadas y quedadas, y encuentros en la Gran Vía, la sala Yas'ta, curiosamente no teníamos invitación pese a la insistencia de Cristina Cachero, que tengo más correo de ella que de nadie... y por lo visto es persona... de todas maneras le tengo que dar las gracias por todos los conciertos by the face que he visto gracias a ella... bueno a lo que íbamos que ya me he vuelto a descentrar... entramos "como si estuviéramos en lista" es decir, entrada y copa o cerveza a precio amigo (no muy intimo, pero amigo).
Cuando llegamos ya había terminado el concierto que tocaba ese día, dos de Los Planetas y ninguno es J, por lo que probablemente cantasen en castellano.

Hubo un momento de crisis, y de sms, que llegaron tarde... horror parecía que iba a ser un sesión maquinera a tope... y pese a que hay momentos que hasta he difrutado de eso (vale, uno tiene sus debilidades, pero superarlas te hace más fuerte...) bueno pues eso que no parecía que tuviese muy buena pinta... pero cambio, empezaron a pinchar a Joy División y a partir de ahí todo empezó a cambiar, con incluso Nirvana.... saltos y movimiento de cabeza... me puede, y sobre todo ver saltos a mi lado... me puede más porque no tienes tanta pinta de gilipollas... había más de las mainstream modernas que tanto me gustan y por supuesto una canción a la que hecho sangre de tanto escucharla... la tengo algo olvidada, pero me pone, vamos que me si me pone, y sobre todo de noche en garitos




Lo demás... es la noche de Madrid.

viernes, 3 de septiembre de 2010

De cien a cero

Cien.... no pude ser.
Carretera negra y asfalto brillante.
...
Ciento diez... me lo podía haber imaginado.
Las luces de los faros se empezaban a alejar en la noche.
...
Ciento veinte... ¿merece la pena por un momento de algo que parecía felicidad pura?
Comenzó a notar un agujero en el estomago, la rodilla le temblaba.
...
Ciento treinta... ¿esos instantes eran reales, como lo deben de ser estos?
Ya no sentía el pie que empujaba el acelerador... inercia.
...
Cien cuarenta... ¡mierda!quizás así sea más sencillo
Las imágenes su alrededor se difuminaban y sólo había empuje.
...
Ciento cincuenta... ¿mereció la pena?
La música desaparecía para convertirse en sonido de motor.
...
Ciento sesenta... no puede ser.
La lluvia iluminada resbalaba cada vez más deprisa.
...
Ciento setenta... el fin.
Ya no se distinguía más luces que las suyas.

...

Cero...

....


Dejó de llorar volvió a encender el motor y se incorporó de nuevo a la carretera.