jueves, 16 de diciembre de 2010

I love London

Los viajes son una manera de conocerte a ti mismo y yo me he puesto a ello con ahínco. 

Gracias a las buenas artes de Easyjet, la nieve inglesa, la delicada salud de los controladores españoles y la mirada de un gato negro jorobado, tuerto y con mucha mala leche he obtenido un anexo vital que no se paga con dinero, aunque admite Mastercard, Visa o American Exprex.
Estas son las cosas que te hacen reflexionar sobre la pequeñez del ser humano y su insignificancia frente al destino, lo cual es una jodienda si eres un racionalista convencido que no cree los horóscopos, aunque siga pensando que los números de las primitiva que juego todas las semanas tienes una probabilidad del casi del 100% de que sean los que salgan del bombo jueves tras jueves tras jueves.

Volviendo a algo, por centrar y que no sea más disperso de lo habitual, lo cual viene siendo algo altamente improbable y tendente al infinito... os diré que I love London ... y he descubierto con agrado y sorpresa (las tres primeras veces, luego ya no sorprende tanto) que yo le gusto también.

Esta es la crónica de un viaje para ver a The National a Londres que iba a ser de un viernes a un miercoles y que se convirtió en un nuevo record Guinnes de cinco cancelaciones, un retraso y una Chrismast Party en un folla-hotel en medio de la muy animada campiña inglesa, según sales del aeropuerto de Luton a tomar por culo a la izquierda y a luego todo recto.
No obstante indicar que este honor es compartido ex equo con otros cinco aguerridos viajeros y dos asturianos que apadrinamos en el aeropuerto de Gatway más perdidos que... (poner aquí algún chiste de Arevalo o casete-gasolinera similar)

En Londres no se habían enterado aún que ibamos, por lo que desde Easyjet decidieron que tenían que avisar, y a tal efecto procedieron a cancelar el vuelo que habíamos elegido y trasladarlo 24 horas para que pudiesen tener preparado todo bien y como sólo nosotros nos merecemos. El problema es que tampoco se dieron cuenta de la diferencia horaria y nos tuvieron esperando otro par de horitas más para concretar los detalles.

Una vez que ya conseguimos llegar allí, nos recibieron con mucha alegría y con los famosisimos noodles takeaway ingleses regado con las pintas de más de a medio litro ( o bien sustituidas por la versión ecológica y reciclable de las yonqui-latas de más de a medio litro) y el proverbial clima de la estepa polar británica. Aunque  ese merito no solo es propio de Londres, nosotros también contribuimos, eligiendo para viajar el veranillo de San Miguel, que como todo el mundo sabe es a finales de noviembre.

Cogimos con ganas lo que se nos ofreció (comida para un regimiento, bebida para los caballos del regimiento y frio para congelar a caballos y caballeros) y disfrutamos , porque señores  Londres mola mazo, o como dicen por allí London cool hummer.

Ahora tendría que colocar sitios guays donde he ido, que he apuntado en mi molona y supermoderna moleskine, pero desde que he vuelto ha España no entiendo lo que he puesto, mi inglés es muy malo y debo haber perdido la facultad del la polinomia o poligamia o algo de manejarse con otros lenguas a parte de la propia, que me caracteriza cada vez que viajo al extranjero. 

En fin más o menos, así de cabeza, estuvimos en un sitio... luego en otro...y si eso...para más datos la loony planet... no soy de fiar para recordar el nombre de los sitios y me desoriento con facilidad, y ... total la mitad de la gente que va a leer esto se fueron conmigo, así que ...joder, ya sabéis donde estuvisteis, no os lo tengo que recordar.

Pero así de cabeza recuerdo que estuvimos en Chelsea, en un pub típico...
... muy del país, lleno hasta la pelotilla... y con una pareja ocupando una mesa de siete ellos solos... y seis españoles hambrientos mirándoles con ojos golosones... al sitio... a ellos no... vamos ni ellos se miraban con aires golosones, estaban en crisis fijo. No osamos presionarles, las reconciliaciones llevan su tiempo, y una patatas fritas.

Afortunadamente para nuestros jugos gástricos se quedó vacía una mesa de cuatro, donde por aritmética diferencial y la contrición del espacio entran seis personas, cinco hamburguesas, medio pollo y seis pintas.








Y también estuvimos en Camden, dos veces, la primera sin fotos y sin nieve y la segunda con fotos y con nieve, tras la segunda cancelación (en Londres) a nuestras espaldas.... más bonita ésta donde va a parar, y con calefacción en casa aún más bonita.




En este mercado me compré una chaqueta de la RAF, concretamente la chaqueta del cadete Kelly, que en un acto de generosidad sin limites hacia SSMM Elisabeth (volumen II) y para evitar ser más oneroso hacía su país la empeño para seguir bebiendo pintas.

Ale el  Big Ben... para que se vea que también hubo turismo de turismo, del bueno. Y la Tate y el British... y eso.






Tendría que tener alguna foto de el momento culminante del viaje, o el fin primogenio de este viaje, que aunque pareciese, no era comer y beber como si no hubiese mañana a ritmo de pachanga inglesa (Oasis, The Smith y grupos de sus mayores y eso), sino ir a ver a The National, pero como he dicho debería tener alguna foto, pero por eso de que a veces (sólo a veces) se me olvidan las cosas, me fui al concierto sin cámara... robo, digo... hago un homenaje al gran e-fotógrafo y cronista @Duzcen


 ... indicar al respecto que me comprometo a invitar al autor a una caña de aquí, de las pequeñitas, en concepto de rollalties, (no me da pa más después de que me hagan hecho los cargos de la Visa con los recibos de las cervezas de allí, de las grandes)

Una vez concluida nuestra idea inicial, empezó el tema del acoso por parte de Londres... con idas a aeropuertos, y venidas a hoteles con habitaciones decoradas por un diseñador de noventa años, con síndrome de diogenes, ciego y que además estaba pasando una mala racha emocional.

La lastima fue que, cuando ya nos íbamos a ir, un virús furibundo atacase a toda un colectivo de gente de salud débil como era los controladores. Y ala de nuevo a hoteles, pero mejor en vez de en Londres, a un idílico hotel perdidos en medio de la carretera, conducidos por un autobuseros suicida que se empeño en hacer todo el viaje por la izquierda... acojoado me hallaba, menos mal que no sé porque extraña razón empresarial, había una Chirsmast Party allí, o algo de eso, o quizás fuese la concreción del famoso deporte nacional de la caza del anglo-hispano, no estaba claro...  el caso es que aceptamos la invitación no hecha a unirnos a la fiesta...aquí mejor sin fotos... por no dejar mal a los ingleses que no saben beber, y tienen a no comportase con la flema propia... parece mentira si Elisabeth (volumen I) levantará la cabeza...

En fin que Londrés me gusta.